Ineficiente: Lo que no es eficiente. Eficiente: Que consigue los propósitos utilizando los medios idóneos.

Brusquedad: Acción brusca y repentina. Repentina: Súbito, imprevisto

¿Sientes que eres brusco como jugador de golf? ¿Notas que haces mucho esfuerzo al golpear para lo poco que avanza la bola? ¿Te sorprende la suavidad con la que un jugador de golf profesional TOP manda la bola a más de 250 metros? Si la respuesta a las tres preguntas anteriores es sí, entonces, padeces la ineficiente brusquedad del jugador de golf.

Es desgarrador ver a algunos jugadores de golf en el tee de prácticas. Dan una bola detrás de otra, la miran, le mantienen la mirada y la verdad, no se que se les pasará por la cabeza. Como dice un buen amigo, hay jugadores que pierden años de vida en cada sesión de prácticas, jajaja. Son personas que alcanzan un nivel de tensión muscular similares a si tuvieran un martillo hidráulico en las manos, en cada bola que tiran mueven su cuerpo como si un tornado los quisiera despegar del suelo. Normalmente, además, ven sus bolas volar poco, sin fuerza y sin velocidad (en muchas ocasiones el autoengaño lleva a ver volar las bolas más de lo que realmente hacen). La sensación que debemos buscar a la hora de golpear la bola debe ser muy diferente a todo lo anterior. Un swing, un balanceo del palo con poco esfuerzo que siendo eficiente, ósea, utilizando los medios idóneos,  tendría que otorgarnos una bola rápida y de largo vuelo (téngase presente que no todo el mundo es capaz de mandar la bola igual de lejos).

Una de las ideas que repetimos mucho en las clases y tratamos que los jugadores intenten es, «mira que lejos la mando y que poco me cuesta». Parece la típica frase de twitter o de comentarista «flipado» de la televisión norteamericana pero es real. Siempre coinciden los mejores y mas largos golpes con el menor esfuerzo del jugador. Ahora, el que este leyendo esta entrada estará pensando: que bonito todo esto, pero… ¿cómo consigo pegar un golpe que no me cueste nada de esfuerzo y vaya muy lejos?

La respuesta radica en tener un buen concepto de swing, en saber que se debe mover en cada momento y como se debe mover. A partir de aquí, lo que habrá que hacer es practicar esa idea hasta llegar a hacerla nuestra, poder hacer un swing sin tener que pensarlo (sin pensamientos bloqueantes). Debemos balancear el palo de manera fluida, ayudándonos de todos los medios disponibles, las diferentes partes de nuestro cuerpo. Vamos a resumirlo en 3 ideas, para que quede bien claro:

  1.  BRAZOS RELAJADOS. Imaginemos los brazos como transmisores o multiplicadores de velocidad, ¿como harán mejor su trabajo? Sin duda, estando relajados como si fueran cuerdas o bandas elásticas y no como dos vigas de metal.
  2. CAMBIA EL PESO. La imagen que debes tener en la cabeza la de «lanzar la piedra», imagina que en lugar de pegar a la bola, quieres lanzar el palo dejándolo escapar de tus manos y quieres enviarlo lo más lejos posible. ¿Intentarías lanzar la piedra dejando el peso en el pie de atrás? ¡Nunca! Pues no lo hagas cuando mueves el palo o estarás sufriendo la ineficiente brusquedad del jugador de golf.
  3. BALANCEA EL PALO RÁPIDA Y FLUIDAMENTE. No por agarrar más fuerte el palo o por moverte más lento controlarás más el vuelo de tu bola. Los que mejor le pegan a la bola (Profesionales top mundial) son los que más rápido y fluido mueven el palo de golf, lo que debemos hacer es hacer un buen swing.

 

Relájate, muévete fluido y manda la bola lejos (para ti) sin que te cueste esfuerzo. Tu puedes pasar a ser un jugador eficiente.