A pocas semanas de haber publicado «Cuidado con los vendedores de la eterna mediocridad golfística» tuve la oportunidad de presenciar y vivir dos ataques del personaje más temible de los campos de golf de todo el mundo: el vendedor de la mediocridad.

El primero lo presencié desde la otra punta del driving range de donde yo trabajo, mi oficina. Lo más gracioso de todo es que lo vi venir, me imaginé como sucedería y sucedió tal cual.Un cuadro perfecto.

Nuestro alumno David, llega a la instalación a las 9:00 am, antes de ir al trabajo. Viene dispuesto a realizar su entrenamiento. Saca sus bolas, coloca su tee de goma y comienza con sus ejercicios. Yo le observaba de vez en cuando, lo estaba haciendo genial. No se como saldría la bola, pero el estaba en su tarea, tratando de entender, sentir y reproducir los movimientos que habíamos estado entrenando en clase.

A los pocos minutos llega un señor, aparentemente inofensivo y se planta detrás de él. Empieza a tirar bolas, una tras otra, con una soltura pasmosa, sin reflexión,sin análisis. Le veo que se para, se empieza a poner nervioso y mira hacia David.Creo que empieza a sentir la llamada, el sabe que tiene una misión en esta vida , toda su sabiduría debe compartirla, es su misión divina. Debe convertir al que trata de comprender en mediocre. Empieza la conversación entre ellos.

A partir de ahí ya me lo tuve que imaginar todo. Sin embargo, el sábado por la mañana, en su clase, David me confirmó mis sospechas. Había sido víctima de un ataque del vendedor de mediocridad. Como el me dijo: » se cumplió todo lo que escribiste en tu artículo».

De lo que me contó David este el resumen que yo hago.El vendedor le dice que no le pegue con el tee porque eso no sirve para nada, sin argumentar su afirmación. Él lo estaba haciendo, porque es un ejercicio que mandamos en la escuela para que los alumnos visualicen un movimiento mas redondo, más de barrido y menos hacia el suelo.Después, le dice que no se fije en como se mueve y que le pegue con soltura. Estoy de acuerdo en que hay que soltarse y fluir, pero primero tienes que pensar y visualizar por donde quieres fluir y porqué. También le intentó convencer de que las clases no sirven para nada.Un mediocre de manual.

Menos mal que David, ya estaba vacunado contra este virus y pudo continuar con su entrenamiento ¡ Bien hecho David!

El segundo caso, lo viví en la clase de los viernes con un joven alumno de descendencia coreana. Yung comenzó a jugar al golf hace 16 clases y lo hizo para poder ir a jugar al golf con su abuelo. Lo que nunca se podría haber imaginado, es que su abuelo, con todo lo que le quiere, podría convertirse en su peor enemigo en el campo de golf.

Llega mi clase de los viernes a las 18:00 horas. Me encanta darle clase a Yung , es un alumno muy atento, disciplinado y trabajador.

Esta vez, lo que me dijo antes de empezar a hacer nada, me dejó paralizado por unos instantes. Menos mal que yo también estoy vacunado contra las dudas que puede generar un vendedor de mediocridad en una mente inexperta.

Yung me mira y me dice: » Javi, puedo hacer el swing como me dice mi abuelo. Es que así le doy mejor «. Yo le digo tratando de disimular mi asombro: » Está bien Yung, muestrame como es el swing que te ha enseñado tu abuelo y como le pegas con él»

Realmente sentía curiosidad porque me explicara lo que le había dicho su abuelo y ver si realmente golpeaba mejor así.Siempre se puede aprender algo.

El abuelo le había explicado a Yung, que cuando cargara el golpe, tenía que tratar del poner el palo lo más alto que pudiera apuntando al objetivo. Tras golpear unas cuantas bolas sin el resultado que él esperaba, le indico a Yung que pare para continuar hablando.

Le pregunto:» Yung ¿ Que te ha llevado a tratar del hacer lo que dice tu abuelo y abandonar lo que llevamos ya 16 horas entrenando?» Me responde: «que mi abuelo las manda mas le lejos y le pega mejor que yo»

Este es un argumento cierto y demoledor. Es entonces cuando hay que apelar a la experiencia y al sentido común, si quieres reconducir a tu pupilo. En estos casos, me planteo que si un vendedor de mediocridad es capaz de confundir a un alumno, es que todavía no he conseguido que comprenda el porque de lo que estamos entrenando y, tampoco, que no hay fórmulas mágicas ni instantaneas para mejorar.

Seguimos hablando: vamos a suponer que tu abuelo este en lo cierto y nosotros hayamos estado trabajando algo erróneo ¿Crees que él consiguió pegarle así de bien en sus primeras 16 horas de entrenamiento? La respuesta fué: » No» Le vuelvo a preguntar: » Entonces ¿ Cómo explicas que tú lo consiguieras justo después de que te lo dijera sin haberlo entrenado y que ahora me lo intentes enseñar sin conseguirlo? Yung se me quedó mirando con cara de complemento circunstancial de lugar.

Acto seguido tuve acudir a la geometría y física aplicada primero al swing del abuelo y seguido al «swing de Playgolf» Le vuelvo a preguntar: Después de lo que te he explicado¿Qué movimiento piensas que tiene más lógica? Su respuesta fue: » El que llevamos entrenando todas estas clases» A continuación le digo: » Entonces Yung ¿ Por qué rompiste con todo lo que hemos trabajado ? El pobre chaval me miró, bajó la cabeza y se encogió de hombros.

Rompió por una única razón, la búsqueda de resultados rápidos. El aprendizaje puede ser duro, sino aceptamos que todas las bolas que fallamos, son todas las que necesitamos fallar, para ir dando pequeños saltitos de mejora.

Esta conversación nos llevó lo primeros 20 minutos de clase. Después seguimos trabajando en la línea que veníamos haciéndolo. Se dió la «casualidad»,que en esa clase, el cerebro de Yung conectó conmigo, con su aparato locomotor y sucedió el mágico momento de ese pequeño saltito de mejora.Al final me dijo: » ya no voy a hacer caso a mi abuelo cuando venga a entrenar con él».

La reflexión que saco de estas dos historias, es que lo importante es la información que tienes en la cabeza. Si comprendes en lo que estas trabajando y aceptas que es un proceso, debes estar tranquilo, tienes la vacuna más poderosa contra el virus de la mediocridad.

Por último, me gustaría aprovechar este artículo para lanzar también un mensaje a mis compañeros de profesión. No os preocupéis por competir entre vosotros, no os preocupéis por perder alumnos, centraros en hacer bien vuestro trabajo. No vendemos fe, vendemos ciencia, los alumnos no tienen que creernos, tienen que confiar en nosotros porque comprenden y comparten lo que transmitimos.Si conseguimos esto, la victoria es nuestra!!!!