«Yo soy competitivo, soy un ganador» es una afirmación muy ambigua. Depende de quién la diga y en que contexto lo haga, puede dar miedo o hacer gracia al oyente. Para el que la dice, creo que puede ser muy peligrosa, si no se ha parado a pensar en el significado y las consecuencias de lo que está diciendo.

Yo matizaría la expresión anterior por: «me gusta competir y me gusta ganar». No necesariamente al que le guste competir le tiene porque importar mucho ganar, se puede disfrutar de la competición sin importar el resultado final.

Un ganador o, mejor dicho, el ganador, es única y exclusivamente el que gana. Por mucho que alguien diga, que lo he escuchado muchas veces, soy un ganador, no lo es. A menos que sea verdad que haya ganado, es decir, que en esa competición sus resultados, los hechos, muestren que haya sido el mejor.

Por otro lado, solo se puede ser competitivo, única y exclusivamente, cuando se tienen la habilidades necesarias para competir. Tienes que haber desarrollado el mismo nivel, las mismas capacidades para resolver el reto al que te vas a enfrentar, que los demás participantes de la competición.

Las matizaciones anteriores me llevan a las siguiente conclusión. Primero entrenamos para ser competitivos.Después competimos. Si gestionamos el reto mejor que los demás competidores, finalmente, los hechos nos harán ganadores.

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Si te crees competitivo sin haber entrenando y desarrollado las habilidades necesarias. Si te crees ganador sin haber ganado,algún día, de golpe y bolazo dirás: «Soy un jugador frustrado».

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Piensa en alguien, puedes ser tu mismo. Vamos a poner que tienes handicap 0 y te apuntas al Campeonato de España de Golf. A priori, con este handicap eres competitivo y puedes aspirar a ser ganador.Aunque sabes que, normalmente, sólo cumples tu nivel de juego en tu campo y no siempre.Hay algo que te aleja de tu realidad, puede ser la ilusión de ganar.

El torneo se celebra en otra comunidad autónoma. Tienes que costearte el vuelo, el hotel y perder una semana de trabajo. Da igual, piensas que eres competitivo, que eres un ganador y no te has parado a pensar en estas afirmaciones; si son correctas, ciertas y beneficiosas para ti.

Llegas al torneo, empiezas a «competir». Desde el primer momento, la realidad te golpea en toda la cara. El oasis se desvanece y comes tierra. Te quedas sin opciones en la primera jornada.Te das cuenta que no eres competitivo, que no vas a ganar. Tras cuatro largos días, acaba el torneo. En el avión de vuelta, tu mente te empieza a castigar. Te recuerda que no sólo no has ganado, sino que tampoco has competido.Tu sensación ha sido la de caminar sin sentido por un campo de golf, a muchos kilómetros de tu casa, para nada. Ves,te acabas de convertir en el jugador frustrado.

Esto se puede evitar. Entrena para conseguir el nivel que quieres, para ser competitivo. Compite en campos y torneos acordes con tu nivel actual. No te preocupes por ganar. El resultado no viene por pensarlo,gana el mejor competidor.