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HAGAMOS EL GOLF GRANDE 3: LIGA DE PUTT

Hace más de un año me propuse escribir una serie de reflexiones con el título “HAGAMOS EL GOLF GRANDE”. Por diferentes circunstancias, solo pude escribir las dos primeras:

HAGAMOS EL GOLF GRANDE 1: CLASES DE GOLF

HAGAMOS EL GOLF GRANDE 2: DRIVE MÁS LARGO

Ahora, con las circunstancias que estamos viviendo en marzo de 2020, confinados en nuestras casas, no pudiendo salir de ella, salvo para cosas esenciales, el escenario ha cambiado. Que fuerte esto del maldito coronavirus. Parece un sueño, bueno, mejor dicho, una pesadilla. Debemos pensar que en todas las situaciones de crisis o adversidades surgen oportunidades. Debemos buscar la nuestra y aprovecharla, esta es la mía. Voy a escribir la tercera entrega de la serie HAGAMOS EL GOLF GRANDE, eso si, cuando nos deje el virus. De momento, quédate en casa.

LIGA DE PUTT

Lo que propongo en este texto es que los campos y clubs de golf organicen ligas o rankings de torneos en sus putting greens. Nosotros en Playgolf ya lo hacemos y sé de otras instalaciones que también lo hacen. Con bastante éxito, por cierto. Es llevar y adaptar los mini golf, que tanto entretenimiento proporcionan a los turistas, a los campos de golf tradicionales.

En nuestro caso, empezamos a trabajar en la Liga de putt recordando nuestra infancia en el Real Club de golf de Las Palmas. Allí, el Señor Werner, conocido como “El Sueco”, gestionaba el pequeño hotel ubicado dentro del Club. Su negocio era traer turistas de golf, alojarlos en la posada y proporcionales entretenimiento. Junto al hotel, hay un putting green en el que varias veces en semana se montaba un partido de putt divertidísimo. Recuerdo que se lo pasaban en grande. La combinación de éxito era:

  • Un recorrido de hoyos variado y emocionantes. Recuerdo que muchos de los tees de salida en ese putting green eran desde lo alto de unas escaleras o teniendo que pasar a través de una jardinera. Esto lo hacia muy excitante.
  • Muchas botellas de champán. En este caso, con el público al que iba dirigido el evento, la copita de champán durante la partida era un importante aliciente. 
Liga de Putt

Esa era su fórmula ganadora, pero cada uno debe encontrar la suya. Nosotros, a través de este recuerdo, estamos trabajando en la nuestra. A los alumnos les organizamos un recorrido semanal (cada semana es diferente) en el putting green, hacemos registro de todas las tarjetas para sacar la clasificación mensual y, cada mes, el alumno con mejor media de putts es el PUTTER AMO de Playgolf, ganando una clase individual de 25 minutos por ello. La verdad que funciona muy bien y tiene muchos beneficios para la instalación, los alumnos y la propia escuela.

PLAYGOLF ESCUELA DE GOLF

BENEFICIOS DE LA LIGA DE PUTT

  1. Efecto socializador
  2. Acercamiento a la competición y a las reglas de golf
  3. Apropiado para adultos y niños
  4. Acercamiento a la etiqueta y costumbres del golf
  5. Diversión 
  6. Práctica y mejora del rendimiento en los golpes de putt
  7. Práctica en situación de presión 
  8. Genera trafico en las instalaciones de entrenamiento

IDEAS PARA ORGANIZAR TU LIGA DE PUTT

Si estas interesado en organizar una Liga de Putt en tu instalación de golf aquí te dejamos una serie de ideas que te pueden ayudar:

  • Hazlo a través de la escuela o de los técnicos. Ellos son los principales e ideales  prescriptores, además, son los que están en primera línea de batalla. Están en contacto con la gente.
  • Organízala para adultos y para niños. Este tipo de actividades se suelen organizar para los niños. Pruébalo también con adultos, les encanta y lo valoran positivamente. 
  • Establece resultados y clasificaciones. Premia la constancia y las mejores puntuaciones.
  • No lo hagas eterno, mejor que tenga un principio y un fin. Nosotros lo hacemos mensualmente. Adáptalo a tu situación. 

La Liga de Putt es otra de mis propuestas sobre la dinamización de nuestro deporte. Si tienes alguna reflexión sobre como hacer el golf más grande, no dudes en comentar este artículo para dejarnos tu opinión. Nos encantará leer y responder tus comentarios.

Si te ha gustado la idea, puedes venir a participar en nuestra liga de putt cuando quieras, estas invitado. Si nos lees desde fuera de las Islas Canarias (España), puedes vernos en nuestro canal de Youtube:

Esos locos que corren, vídeos que me vuelven loco

 

El video «esos locos que corren» me encanta, representa perfectamente la realidad de los aficionados a correr, durante los siete minutos y algo de duración esta historia te hace recordar muchas experiencias vividas durante tus carreras y entrenamientos. Recomiendo ver el video completo y abajo dejo la letra completa del escritor uruguayo Marciano Durán.

 

«Esos locos que corren Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Otros se insolan al mediodía, se cansan a la tarde o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos. En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan… sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje la cara. Yo los he visto. Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina de una carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesan parques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perro y corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, escuchan a los horneros y a las gaviotas, escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió de los naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y entreparan cuando pasan frente a los jazmines.

Yo los he visto. No están bien de la cabeza. Usan championes con aire y zapatillas de marca, corren descalzos o gastan calzados. Traspiran camisetas, calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratando de ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perro blanco, pican después de la columna, buscan una canilla para refrescarse… y siguen. Se inscriben en todas las carreras… pero no ganan ninguna. Empiezan a correrla en la noche anterior, sueñan que trotan y a la mañana se levantan como niños en Día de Reyes. Han preparado la ropa que descansa sobre una silla, como lo hacían en su infancia en víspera de vacaciones. El día antes de la carrera comen pastas y no toman alcohol, pero se premian con descaro y con asado apenas termina la competencia. Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres.

No están bien. Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezar saben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenan ansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitan ir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: ‘Cinco que corren parecido a mí’. Ganarle a uno solo de ellos será suficiente para dormir a la noche con una sonrisa. Disfrutan cuando pasan a otro corredor… pero lo alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Preguntan por el puesto de hidratación y se enojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar que se la entregue un niño que levanta un vaso cuando pasan. Se quejan del sol que los mata o de la lluvia que no los deja ver. Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un sauce o el resguardo de un alero. No las preparan… pero tienen todas las excusas para el momento en que llegan a la meta. No las preparan…son parte de ellos.

El viento en contra, no corría una gota de aire, el calzado nuevo, el circuito mal medido, los que largan caminando adelante y no te dejan pasar, el cumpleaños que fuimos anoche, la llaga en el pie derecho de la costura de la media nueva, la rodilla que me volvió a traicionar, arranqué demasiado rápido, no dieron agua, al llegar iba a picar pero no quise. Disfrutan al largar, disfrutan al correr y cuando llegan disfrutan de levantar los brazos porque dicen que lo han conseguido. ¡Qué ganaron una vez más! No se dieron cuenta de que apenas si perdieron con un centenar o un millar de personas… pero insisten con que volvieron a ganar. Son raros. Se inventan una meta en cada carrera. Se ganan a sí mismos, a los que insisten en mirarlos desde la vereda, a los que los miran por televisión y a los que ni siquiera saben que hay locos que corren. Les tiemblan las manos cuando se pinchan la ropa al colocarse el número, simplemente por que no están bien.

Los he visto pasar. Les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienen puntadas en el costado… pero siguen. A medida que avanzan en la carrera los músculos sufren más y más, la cara se les desfigura, la transpiración corre por sus caras, las puntadas empiezan a repetirse y dos kilómetros antes de la llegada comienzan a preguntarse que están haciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desde la vereda? Están locos. Yo los conozco bien. Cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que apaga y prende que dice ‘Llegué –Tarea Cumplida’. Apenas llegan toman agua y se mojan la cabeza, se tiran en el pasto a reponerse pero se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se vuelven a tirar y otra vez se paran porque van a saludar a los que llegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos, suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega más transpirado que ellos.

Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándole solamente a la ambulancia o al tipo de la moto. Se agrupan por equipos y viajan 200 kilómetros para correr 10. Compran todas las fotos que les sacan y no advierten que son iguales a las de la carrera anterior. Cuelgan sus medallas en lugares de la casa en que la visita pueda verlas y tengan que preguntar. Están mal. -Esta es del mes pasado- dicen tratando de usar su tono más humilde. –Esta es la primera que gané- dicen omitiendo informar que esa se la entregaban a todos, incluyendo al que llegaba último y al inspector de tránsito. Dos días después de la carrera ya están tempranito saltando charcos, subiendo cordones, braceando rítmicamente, saludando ciclistas, golpeando las palmas de las manos de los colegas que se cruzan. Dicen que pocas personas por estos tiempos son capaces de estar solos -consigo mismo- una hora por día.

Dicen que los pescadores, los nadadores y algunos más. Dicen que la gente no se banca tanto silencio. Dicen que ellos lo disfrutan. Dicen que proyectan y hacen balances, que se arrepienten y se congratulan, se cuestionan, preparan sus días mientras corren y conversan sin miedos con ellos mismos. Dicen que el resto busca excusas para estar siempre acompañado. Están mal de la cabeza. Yo los he visto. Algunos solo caminan… pero un día… cuando nadie los mira, se animan y trotan un poquito. En unos meses empezarán a transformarse y quedarán tan locos como ellos. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte. Ellos dicen que quieren ganarle a la vida. Están completamente locos.»

Marciano Durán – Escritor Uruguayo 

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