Clases de golf en Español

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¿Cuánto debe durar una clase de golf?

Una clase  de golf debe durar el tiempo necesario para que el profesor transmita sus conocimientos al alumno.

Por otro lado y en la misma proporción, deberá ser tiempo suficiente para que el alumno conozca y entienda los conceptos explicados, y como debe aplicarlos en su entrenamiento personal hasta la próxima clase.

El profesor ha tardado años en adquirir esos conocimientos y habilidades. Es de suponer que el alumno no va aprender de la noche a la mañana. No obstante , un buen asesoramiento le hará ahorrarse una gran cantidad de tiempo.

Uno de los objetivos principales de un entrenador debe ser  aproximarse cada vez más a la eficiencia en la transmisión de información. Además de ir afinando su metodología  para reducir los tiempos de aprendizaje de sus pupilos.

Hasta la fecha, nuestra experiencia nos ha llevado a comprender  que los alumnos tienen una capacidad limitada para mantener su atención, absorber información y ejecutar  movimientos. Lo podemos llamar cansancio, ya sea mental o físico. Por supuesto, el profesor también la tiene.

Esto quiere decir que a partir de cierto minuto, el estudiante de golf deja de absorber información y también realiza los ejercicios con menos precisión. En términos de eficiencia y aprovechamiento del tiempo , antes de que llegue ese momento la clase debería haber terminado.

Se suele decir que menos es más, pero esto no sería correcto. Tenemos que aproximarnos al tiempo justo. Una veces la clase podría  acabar a los 5 minutos y otra a los 30.

Ahora  preguntaría el alumno: » Si he pagado por 45 minutos ¿ Como va a durar la clase 15 minutos? »

Empiezas tu clase. El profesor te hace unas preguntas. Te graba el swing. Te explica por donde hay que empezar a trabajar. Te muestra como entrenar para ajustar tu swing. Lo repites unas cuantas veces con él. Te resume todo lo explicado y resuelve tus dudas. Miras el reloj y ves que sólo han pasado 15 minutos ¿ Qué más crees que puedes hacer en la clase? Ahora a entrenar hasta la próxima sesión.

No pagas por el tiempo sino por los conocimientos.

A lo mejor esta sería una idea brillante: » Contrato una clase de 2 horas con un profesor para que me analice todos los fallos, me diga como entrenar cada uno y tiro un montón de bolas delante él. Así aprenderé más rápido».

¿ Crees que serás capaz de asimilar toda la información sin bajar tus niveles de atención? ¿ Te acordarás de cada uno de los detalles cuando llegues a casa? Respóndete tu mismo. No crees que sería mejor en pequeñas dosis varias veces a la semana.

Una vez que el profesor ha transmitido los conceptos, se ha asegurado  que el alumno los ha entendido y este  los ha aplicado delante con él unas cuantas veces, la clase ha terminado. Da igual el tiempo que haya tardado. Repito, nunca deberíamos llegar al agotamiento.

La duración de la clase puede variar en función del nivel de entendimiento entre el profesor y el alumno, el nivel de conocimientos sobre la materia del alumno y el estado anímico de ambos en el momento. Este último puede estar influenciado por factores externos, como por ejemplo la tolerancia al calor.

En Playgolf  hemos evolucionado,  hasta proponer en nuestra oferta de clases una duración máxima de 25 minutos para clases individuales y  35 minutos  para las  clases de grupo. En este tiempo conseguimos un nivel óptimo de comunicación con él alumno sin llegar a su saturación.

Recuerdo en una clase de bunker, cuando todavía estábamos barajando la posibilidad de reducir el tiempo de la clases de grupo de 50 a 35 minutos, que  se me ocurrió hacer una  prueba. Era una clase de 50 minutos, miré el reloj y sólo habían pasado 20. Entonces dije  la frase por excelencia para terminar una clase: » Buenooo…última bolita» Nadie, absolutamente nadie , se quejó. Obviamente, después expliqué lo que había hecho y continuamos el entrenamiento. Al terminar la clase , los 7 alumnos me confirmaron que se hubieran ido satisfechos en el minuto 20.

Cuando contratas los servicios de una persona es  por que tienes  interés en lo que esta te pueda aportar. Siempre se nos ha dicho que el profesor tiene que detectar cuales son la necesidades del cliente,  averiguar porqué se inicia en el deporte y tratar de  ofrecerle lo que quiere. Entonces, a lo mejor no siempre deberíamos ser profesores ¿No?

Yo creo que si. Si alguien contrata un profesor de cualquier cosa, es para que le enseñe. Si quiere compañía, pues ya no está contratando a un profesor. Si quiere tirar bolas y que se las pongan, tampoco es un instructor lo que necesita. El profesor enseña, es decir, transmite información y conocimiento.

Es obvio, que existen detalles que le dan valor añadido a una clase: la calidad de las bolas, los felpudos, que todos esté pintadito y limpio, que utilicen muchos juguetitos tecnológicos, que los profesores tengan buena presencia y huelan bien…, no obstante, el valor esencial de una clase es la información y los conocimientos, que sea capaz de transmitir el educador. Esto es lo que realmente  vale dinero.

Hablar de enseñanza implica hablar de aprendizaje de la misma manera que hablar profesores implica hablar de  alumnos. Para ambos propongo las siguientes conclusiones:

  1. El valor real de una clase no son ni el tiempo que dura ni los añadidos, sino la capacidad del profesor para transmitir información y conocimientos en un tiempo x.
  2. Un entrenamiento guiado (Clase) o personal ( El alumno por su cuenta) deben terminar antes de llegar al agotamiento.
  3. Menos NO es más. Alcanzar la  eficiencia y  la optimización  de los recursos tanto físicos como mentales dependerá de nuestra capacidad de aproximarnos a la justa medida.

 

 

 

 

 

 

 

Cada uno tiene su propio swing de golf.

Afirmar que cada uno tiene su propio swing de golf es un arma muy peligrosa, en boca de un alumno y más peligrosa aún en la de su entrenador.

En mi opinión se debe distinguir únicamente entre dos tipos de swings:

  1. Swing eficaz: consigue golpes exitosos de una manera repetitiva  realizando un cierto número de compensaciones.
  2. Swing eficiente: repite el golpe deseado una y otra vez sin compensaciones ni movimientos innecesarios.

Nadie nace enseñado ni entrenado. Por lo tanto, nadie nace con un swing de golf. El movimiento para golpear un pelota se aprende y se entrena. Si te paras a pensarlo, como todo en esta vida.

Tengo la costumbre de preguntarle a cada alumno sus ideas sobre el swing antes de empezar a trabajar. En el 100% de los casos,, coincide el gesto que realizan con la ideas que tienen sobre él.

El swing que realizas no lo tienes en tu cuerpo , lo tienes en tu cerebro.

Desde el primer  minuto de tu aprendizaje deberías estar aprendiendo las ideas de un swing eficiente.

«Si conoces la fórmula de la coca cola siempre podrás fabricarla».

Si quieres mejorar tu swing debes cambiar tus ideas sobre él o completar la información que te falta.

Se suele poner muchas veces el ejemplo de los jugadores del tour. Se dice que no hay dos swings iguales. Para ello se suele mencionar a los jugadores con lo movimientos heterodoxamente más extremos.

Si miras los brazos y el palo son diferentes ¿ Y si te fijas en el cuerpo?

Incluso los movimientos de estos jugadores tienen muchísimas cosas en común con los más ortodoxos.

¿ Se parecen los momentos de impacto?

Lo cierto es que cada vez son más los jugadores profesionales, que llegan al impacto con la bola por autopista y no por sinuosos senderos.

No te pongas las particularidades de estos  grandes  jugadores, como obstáculo para involucrarte en el proceso de aprendizaje de un gran swing de golf.

Estas son la excusa de los malos entrenadores y el consuelo de los jugadores que no quieren esforzarse.

«En el golf cada uno tiene el swing que se trabaja».

La verdad esta ahí fuera.

“La verdad está ahí fuera » era el slogan de la famosa serie de televisión Expediente X.  En la serie los dos agentes del FBI se dedicaban a investigar los sucesos relacionados con los OVNIS, sucesos inexplicables que los clasificaban como expedientes x. Golfistas, el swing de golf ha sido un Expediente X, pero por suerte “la verdad está ahí fuera” y podemos descubrirla.

Este eslogan me viene a la cabeza en muchas de las clases que imparto a lo largo de la semana en Playgolf. Os voy a explicar lo que a mí me ha inspirado y me inspira.

Después de pasar por todos los profesores del club y alguno de fuera, después de años y horas de entrenamiento, después de llegar a hándicap 0 y haber competido a nivel nacional en casi todas las categorías, me di cuenta que no entendía el swing de golf. Creo que no soy el único jugador de golf del mundo que le ha pasado esto.

Di clases con muchos entrenadores y todos más o menos manejaban los mismos conceptos: gira ,”desgira”, grip fuerte, grip débil, deja la cabeza, hazlo más suave, cruza abajo, flexiona las piernas, levanta la barbilla y el mejor de todos » hay días buenos y días malos». Con estos conceptos, alguno más y no mucha más explicación, teníamos que lidiar y mejorar. Analizándolo retrospectivamente, entiendo porque para mí y muchos golfistas, el swing de golf era un auténtico expediente X, puede que para aquellos entrenadores también lo fuera.

Hubo un día, tras perder la confianza en los entrenadores de golf, que me dije a mismo: “Javi, la verdad está ahí fuera, tienes manos, pies, cabeza para pensar, palos de golf y pelotas. Posees todo lo que necesitas para resolver la ecuación ¡ A Currar!”

Desde ese día no volví a entrenar con nadie y me empecé a convertir en mi propio entrenador. Esto no quiere decir que me cerrara al mundo y tratarse de descubrir el swing de golf yo solito, esto sólo significó que a partir de ese momento sacaría mis propias conclusiones.

Conclusiones basadas en el aprendizaje con los entrenadores que había tenido, mi entrenamiento personal, en mi experimentación, en conversaciones con compañeros y alumnos, en cursos de formación, en libros, videos, otros deportes…de todos los ámbitos extraemos información transferible para mejorar en aquello en lo que hemos centrado nuestra atención.

Creo que perdí la confianza en los entrenadores de golf no porque no me salieran los golpes como yo quería tras horas de práctica, sino porque realmente no entendía lo que estaba haciendo.

Después de casi 12 años de estudio y experimentación , tengo las ideas más claras, me siento capacitado para ayudar y orientar al jugador de golf a mejorar, para ahorrarle tiempo en la consecución de sus metas. También ha mejorado mi juego, aunque todavía no estoy al nivel que me gustaría, en unos meses creo que  lo estaré.

Cuando miro a mis alumnos, creo que alguna vez también se lo he comentado a ellos, pienso: “Chicos, la verdad está ahí fuera. Tenéis manos, pies, cabeza, palos y pelotas, todos los ingredientes para golpear pelotas y jugar al golf. Os falta comprender y ejecutar, es decir, más horas de pensamiento y de entrenamiento, más atención.”

No os limitéis a escuchar al entrenador y convertiros en autómatas de lo que explica, tratad de entender el porqué de las cosas. Teneis un palo en las manos observadlo, sentidlo, tratad de entenderlo. Ternéis un cuerpo, pues haced exactamente lo mismo y así con todo lo que concierne a vuestro golf. En definitiva, sed alumnos pero convertiros poco a poco en entrenadores en vuestros propios entrenadores.

Alguien me dijo una vez: “El mayor orgullo que hay para un maestro es que su discípulo se acabe convirtiendo en maestro, no que este sea de por vida un ente dependiente de él”. Estoy de acuerdo y lo comparto totalmente.

Obviamente, por el interés que me toca, no estoy animando a los jugadores de golf a que abandonen a sus entrenadores, les estoy animando a que busquen a entrenadores que les faciliten el aprendizaje, les ahorren tiempo en la consecución de sus metas, pero sobre todo lo que pretendo en esta entrada es animaros a que os convirtáis en agentes activos de vuestro aprendizaje.

La verdad está ahí fuera, vamos a estar atentos para descubrirla.

 

 

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