Las conclusiones que voy a exponer a continuación no son verdades científicas demostradas. Están basadas en mi experiencia trabajando con niños y adultos.
Para que una persona aprenda rápido a jugar al golf, incluimos en persona a niños y adultos, esta tiene que reunir una serie de características.
Cuando digo rápido no quiero decir aprendizaje exprés, me refiero a que aprende más deprisa que la media de practicantes.
En primer lugar, tiene que tener capacidad para entender lo que se le está explicando. En segundo lugar, debe ser capaz de controlar su cuerpo y reproducir lo que ha entendido.En tercer lugar, debe interpretar y enfocar el proceso de apredizaje de la manera adecuada. Por último, debe ser lo sufiencientemente disciplinado para dedicar algo de tiempo a entrenar lo explicado en clase. Estas cuatro características se pueden dar tanto en niños como en adultos. Como veis hablamos de la conexión mente-cuerpo.
He trabajado con niños muy espabilados, que desde una edad muy temprana son capaces de entender lo que les explicas, de la misma manera que lo he hecho con adultos que les cuesta hacerlo. He trabajado con adultos de avanzada edad capaces de reproducir un movimiento y con niños que son absolutamente incapaces de hacerlo.
Para mí los niños no aprenden más rápido. Pongamos el ejemplo de un niño que empieza a practicar golf con una frecuencia de tres horas semanales con una edad de 6 años. Supongamos ahora que, cumplidos los 12, consigue jugar con un nivel de hándicap 15.
Un día tú vas a practicar y lo ves dando bolas delante de tuya. En ese momento piensas: “que facilidad tienen los niños. A esto hay que empezar de pequeño” insinuándote a ti mismo que como eres adulto y no empezaste de niño nunca vas a conseguir golpearla de esa manera.
Lo que no sabes es que ese niño lleva practicando 3 horas semanales durante 6 años. Los ves, a un niño no se le pone un palo en las manos y ya está. Sus 6 años le ha costado conseguir su hándicap 15. Vuelvo a insistir en algo que repito en muchos artículos:” si contamos bien las horas, la realidad es otra”.
Entonces, no crees tú, adulto supuestamente incapaz y condicionado por tu edad, que si le dedicas el mismo tiempo que el niño, podrías conseguir un nivel similar. ¡Yo me lo plantearía!
La gran ventaja de empezar a aprender de niño es la poca conciencia que tienes de los duros comienzos en cualquier disciplina. Yo, personalmente, no me acuerdo de la cantidad de malos golpes que tuve que dar hasta empezar a golpear regularmente con solidez y te aseguro que di muchos.
A la mayoría de los niños les da igual a dónde va la pelota, no sufren si la bola no se levanta, cosa que no pasa con los adultos. La mayoría de adultos están obsesionados con acelerar el proceso de aprendizaje, se frustran y sufren porque no consiguen lo que quieren, porque, simplemente, no aceptan que todo lleva su tiempo. O, a lo mejor piensan que ya no tienen tanto tiempo y eso les agobia. En cualquier caso ese no es el enfoque adecuado.
Por norma general, a no ser que haya unos padres exigentes y obsesivos detrás o tratemos con un niño demasiado consciente para su edad, lo niños se divierten. Por otro lado, la mayoría de adultos, a no ser que entiendan como funciona esto del aprendizaje, sufren y se frustran.
Las progresiones más rápidas que he visto han sido en adultos ¿Por qué? Porque suelen tener más capacidad para entender y porque son dueños de su tiempo, no dependen de que a sus padres les apetezca o no llevarlos a entrenar. Si un adulto está motivado, busca tiempo para entrenar y lo hace.
Da igual que seas niño o seas adulto, cuanto más tiempo le dediques más desarrollarás tus habilidades.
Puede que seas de los “rápidos”, que reúnas todas las características o puede que seas de los lentos, no importa. Lo importante es que no te compares, cada uno tiene su realidad. No te fijes en los demás para compararte negativamente, sino para aprender ellos.
No quites los ojos de tú camino, porque puede que tropieces. Ese camino es sólo tuyo y es único para ti. Busca gente que te ayude a avanzar más rápido, pero nunca por atajos. No los hay. El camino hay recorrerlo entero.
Y, la clave del asunto, nunca dejes de divertirte. ¡Seamos siempre niños!