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El golf como estilo de vida. Vivir jugando, jugar viviendo.

Este articulo ha  sido escrito por el psicólogo Julio Alvarez Mejías con mi colaboración. Julio es alumno de la  escuela. Como profesional, uno de sus campos de trabajo es el aprendizaje. Es un placer conversar con él sobre golf, psicología y aprendizaje cada semana. Esperamos que disfruten del artículo y saquen conclusiones constructivas para poder seguir creciendo como personas y deportistas.

El golf como estilo de vida.

La vida es un proceso mediante el cual experimentamos diversas situaciones que van desarrollando nuestras capacidades, actitudes e intereses, mediante conductas observables, construyendo nuestra personalidad que está en continuo cambio, ya que la vida es dinámica.

El golf como deporte se asemeja a la vida. Es un deporte individual, aunque se suele jugar acompañado. En él, nuestra evolución y rendimiento depende de nuestras aptitudes, habilidades, destrezas e intereses.

Es una actividad deportiva que se fundamenta en cuatro pilares fundamentales: físico, técnico, estratégico y psicológico. Cada uno de ellos es extrapolable a nuestro que hacer cotidiano.

En este artículo nos vamos a referir al ámbito psicológico, teniendo en cuenta que el eje de los distintos ámbitos es el técnico. Digámoslo de otra manera, no hay psicología, que por si sola, te haga mandar la bola donde quieres una y otra vez.

Tengo que decir que me siento muy afortunado de poder formarme técnicamente en Playgolf. Considero que su metodología sigue todos los pasos necesarios para un buen aprendizaje. Por ello, he decidido aportar mi granito de arena para implementar las enseñanzas técnicas de nuestros profesores.

El golf, es un deporte que exige un aprendizaje continuo como la vida. El Marco Europeo para la Educación en sus objetivos para el año 2020, prioriza el “Aprendizaje Permanente”, tanto en ámbitos formales (mediante currículos), no formales (actividades educativas fuera de lo escolar), informales (actividades de la vida cotidiana fuera de la escuela).

El golf como aprendizaje permanente cumple con las directrices europeas. Potencia y desarrolla capacidades, destrezas, habilidades y estrategias, que se pueden globalizar en el propio juego o extrapolar a nuestras vidas.

Gracias a nuestro desarrollo como golfistas, podemos aumentar nuestras competencias para una vida más armónica, produciendo lo que la psicología emocional define como BIS (Bienestar Individual Subjetivo).

A través nuestra diversas experiencias vitales en los distintos ámbitos: social, personal, laboral, familiar y deportivo, aprendemos. Por lo tanto, hablemos de aprendizaje.

Etapas del aprendizaje.

Desde la Programación Neuro Lingüística, partiendo desde Albert Bandura, como psicólogo cognitivo-conductual, el aprendizaje en cualquier aspecto de nuestra vida tiene lugar en cuatro etapas que conforman lo que se conoce como la curva del aprendizaje social de Bandura (Bandura, 1987):

Etapa 1º.- Incompetencia inconsciente (I.I. Inconsciencia). Yo no sé qué no sé. La persona no sabe hacer algo e ignora que no sabe hacerlo. Yo tuve mi primer contacto  con el golf mediante un “Bautismo de golf” y, hasta ese momento, carecía de información y experiencia en dicho Deporte. Corresponde al estado inicial (estado presente).

Etapa 2º.- Incompetencia consciente (I.C. Consciencia). Yo tomo conciencia de que no sé.Ya he visto jugar al golf y he comenzado a conocer , entender e intentar aplicar los movimientos pero con poco acierto. Reconozco que no tengo ningún dominio de los mismos. Es la etapa con un mayor crecimiento de aprendizaje, pero también la más estresante.

Se necesita un alto nivel de atención, concentración y un enfoque mental adecuado en armonía, para que no se produzcan bloqueos, debido a que en esta etapa el alumno/a intenta hacer algo que sabe que no puede hacer. A esto hay que sumarle que el resultado suele ser negativo, la bola no sale como esperamos.

Etapa 3º.- Competencia consciente (C.C. Consciencia). Sé que séConozco, comprendo y aplico los distintos pasos del swing. En esta etapa, el alumn@ continua con su practica consiguiendo encadenar todos los pasos con éxito, pero con un alto nivel de atención y consciencia en cada uno de ellos. El resultado del golpe es el esperado la mayoría de las veces.

Etapa 4º.- Competencia inconsciente (C.I. Inconsciencia). Soy.Conozco, comprendo y aplico los pasos del swing tanto en el entrenamiento como en el campo de golf. Los realizo sin la participación del consciente.

En esta etapa podríamos decir que el swing forma parte de la persona. Realiza un swing armónico sin ser consciente de la técnica, ya que la he asimilado en los estadios anteriores. Ha automatizado el encadenamiento de los movimientos del swing. Es capaz de repetir el golpe que quiere una y otra vez sin pensar en como lo hace.

Esto  produce placer debido a la superproducción de endorfinas. Estas son unas sustancias (Péptidos opioides endógenos) que produce nuestro cuerpo, de forma natural, para conseguir atenuar el dolor y/o producir una sensación de bienestar. Es por eso que las endorfinas son conocidas también como hormonas de la felicidad.

Todo fluye de manera sinérgica y  produce un Bienestar Individual Subjetivo. El Doctor Pedro Hernández en su libro “Los Moldes de la Mente: Más allá de la inteligencia emocional”, define el BIS, como  “Bienestar personal, individual y subjetiva, que cada uno/a tiene sobre el grado de satisfacción que le produce su vida en general”.

Todo aprendizaje ya sea de contenidos: conceptuales, procedimentales y actitudinales, han de seguir estas cuatro etapas. A veces ocurre que los objetivos de aprendizaje no se alcanzan por diversos motivos (profesorado, metodología, momentos de la vida, falta de motivación, frustración y muchos otros).

En muchos casos deberemos “desaprender” para volver a “aprender”, sobre todo si no hemos recibido una buena base conceptual ni adquirido unos buenos hábitos de entrenamiento (procedimental) desde el principio.

Se puede dar el caso que, encontrándonos ya en la fase 4, nos demos cuenta que necesitemos un ajuste en alguno de los movimientos. En ese momento volvemos a ser conscientemente incompetentes en esa parte, encontrándonos de nuevo en la fase 2.

No obstante, no empezamos de cero. Partimos con unos  conocimientos previos y recursos muchos más ampliados que la primera vez que visitamos la fase 2.

Esto implicará un ascenso mucho más rápido a la fase 3. Finalmente,  el ajuste se adherirá  a nuestro ser ,a nuestro swing, hasta encontrarnos de nuevo en la competencia inconsciente. No tengo que pensar.

Por lo tanto, a no ser que nos convirtamos en dioses de la perfección, siempre estaremos moviéndonos de la fase 4 a las 2 pasando por la 3 y volviendo a la 4. Esto es lo que sucede cada día cuando asistimos a clases con nuestros entrenadores en Playgolf.

El proceso de “desaprender” es de dirección inversa, hay que pasar de la etapa cuatro, a la etapa dos, para poder actualizar o recalibrar aquellas técnicas que no hemos conseguido adquirir desde la inconsciencia.

Este bucle de fases es lógico, ya que la vida es un continuo que está  en constante cambio y movimiento. Al ser el golf el deporte de la vida, su aprendizaje representa el cambio hacia el desarrollo integral de nuestro juego.

Figura 1. Curva de aprendizaje de Bandura. La gráfica representa las diferentes etapas del aprendizaje según Albert Bandura (1987): I.I., incompetencia inconsciente; I.C., incompetencia consciente; C.C., competencia consciente; C.I., competencia inconsciente.

Posicionamiento de las fases del aprendizaje.

Debemos marcar cuál es nuestro punto de inicio en términos golfísticos mediante la pregunta ¿Dónde estoy? (trabajar en tiempo real, el aquí y ahora).

De esta manera podremos tener una idea aproximada de nuestro potencial de aprendizaje, situarnos en una de las cuatro etapas y comenzar el camino.

Es muy importante que tracemos un plan de aprendizaje (hoja de ruta), creando siempre unos objetivos realistas. Para ello no podemos ayudar de las siguientes preguntas:

¿Dónde quiero estar? Y ¿dónde no quiero estar?

Existen personas que no saben dónde quieren estar, pero sí tienen claro dónde no quieren estar.

Respondiendo a estas preguntas puedes empezar a diseñar tu propia hoja de ruta (Plan de acción a seguir que muestra una secuencia detallada de pasos a modo de procedimientos a seguir, dentro del marco cronológico temporal, para conseguir un objetivo).

Para esto te recomiendo que te asesores de tus entrenadores. Estos ya han recorrido el camino que tu estas dispuesto a emprender y te ayudarán a ganar tiempo.

Concluyendo, el golf es un deporte que proporciona una oportunidad ideal para gestionar los obstáculos que entorpecen nuestra capacidad de aprender, rendir y disfrutar de la vida, tanto dentro como fuera del campo de golf.

Para aprovechar las oportunidades, el jugador/a de golf debe aceptar el desafío de jugar tanto con el consciente como con el inconsciente. Tiene que reconocer no sólo los obstáculos de búnker (obstáculo artificial), hazard (peligro-riesgo), fuera de límites, agua frontal o/y lateral, sino también sus limitaciones y potencialidades mentales.

Nuestro objetivo sería  desarrollar estrategias y hábitos que nos ayuden a mejorar nuestro BIS (Bienestar Individual Subjetivo), mediante la producción de endorfinas, para conseguir un desarrollo integral excelente, que produzca un bienestar en el campo y en nuestra vida cotidiana.

Endorfinas.Psique. Golf.
Julio Álvarez Mejías.
Psicólogo.
“Vivo jugando, juego viviendo”

 

PlayGolf.Escuela de Golf.
Javier Garzón.
Profesor de PlayGolf. Escuela de Golf.
“Soy lo que entreno”

Referencias

Aljoscha A. Shwarz y Ronald P. Schweppe (2009). Guía fácil de PNL. Técnicas básicas para comprender y practicar la programación neurolingüística en la vida diaria. Barcelona. Ediciones Robinbook.

Bandura, A. (1987). Pensamiento y Acción: Fundamentos sociales. Barcelona, España: Ed. Martínez Roca.

Carrión, S. (1996). Curso de Practitioner en PNL: El estudio de la estructura de la experiencia subjetiva. Madrid. Mandala Ediciones.

Carrión, S. (2014). Curso de Máster en PNL: Técnicas avanzadas de programación neurolingüística. Barcelona, España: Ed. Obelisco.

Hernández, Pedro (2002). Los Moldes de la Mente: Más allá de la inteligencia emocional. Tenerife: Tafor Publicaciones S.L.

Mumford, J y Diez A. Cómo equilibrar tu vida y darle más sentido con el coaching (2008). Ediciones Granica. Barcelona.

O’Connor, J. y Seymour, J. (2007). Introducción a la PNL (8ª Ed). Barcelona, España: Ed. Urano.
Teasdale, John; Williams, M; Segal Z (2015). El camino del mindfulness. Editorial Paidós. Espasa libros.

¿Cuánto debe durar una clase de golf?

Una clase  de golf debe durar el tiempo necesario para que el profesor transmita sus conocimientos al alumno.

Por otro lado y en la misma proporción, deberá ser tiempo suficiente para que el alumno conozca y entienda los conceptos explicados, y como debe aplicarlos en su entrenamiento personal hasta la próxima clase.

El profesor ha tardado años en adquirir esos conocimientos y habilidades. Es de suponer que el alumno no va aprender de la noche a la mañana. No obstante , un buen asesoramiento le hará ahorrarse una gran cantidad de tiempo.

Uno de los objetivos principales de un entrenador debe ser  aproximarse cada vez más a la eficiencia en la transmisión de información. Además de ir afinando su metodología  para reducir los tiempos de aprendizaje de sus pupilos.

Hasta la fecha, nuestra experiencia nos ha llevado a comprender  que los alumnos tienen una capacidad limitada para mantener su atención, absorber información y ejecutar  movimientos. Lo podemos llamar cansancio, ya sea mental o físico. Por supuesto, el profesor también la tiene.

Esto quiere decir que a partir de cierto minuto, el estudiante de golf deja de absorber información y también realiza los ejercicios con menos precisión. En términos de eficiencia y aprovechamiento del tiempo , antes de que llegue ese momento la clase debería haber terminado.

Se suele decir que menos es más, pero esto no sería correcto. Tenemos que aproximarnos al tiempo justo. Una veces la clase podría  acabar a los 5 minutos y otra a los 30.

Ahora  preguntaría el alumno: » Si he pagado por 45 minutos ¿ Como va a durar la clase 15 minutos? »

Empiezas tu clase. El profesor te hace unas preguntas. Te graba el swing. Te explica por donde hay que empezar a trabajar. Te muestra como entrenar para ajustar tu swing. Lo repites unas cuantas veces con él. Te resume todo lo explicado y resuelve tus dudas. Miras el reloj y ves que sólo han pasado 15 minutos ¿ Qué más crees que puedes hacer en la clase? Ahora a entrenar hasta la próxima sesión.

No pagas por el tiempo sino por los conocimientos.

A lo mejor esta sería una idea brillante: » Contrato una clase de 2 horas con un profesor para que me analice todos los fallos, me diga como entrenar cada uno y tiro un montón de bolas delante él. Así aprenderé más rápido».

¿ Crees que serás capaz de asimilar toda la información sin bajar tus niveles de atención? ¿ Te acordarás de cada uno de los detalles cuando llegues a casa? Respóndete tu mismo. No crees que sería mejor en pequeñas dosis varias veces a la semana.

Una vez que el profesor ha transmitido los conceptos, se ha asegurado  que el alumno los ha entendido y este  los ha aplicado delante con él unas cuantas veces, la clase ha terminado. Da igual el tiempo que haya tardado. Repito, nunca deberíamos llegar al agotamiento.

La duración de la clase puede variar en función del nivel de entendimiento entre el profesor y el alumno, el nivel de conocimientos sobre la materia del alumno y el estado anímico de ambos en el momento. Este último puede estar influenciado por factores externos, como por ejemplo la tolerancia al calor.

En Playgolf  hemos evolucionado,  hasta proponer en nuestra oferta de clases una duración máxima de 25 minutos para clases individuales y  35 minutos  para las  clases de grupo. En este tiempo conseguimos un nivel óptimo de comunicación con él alumno sin llegar a su saturación.

Recuerdo en una clase de bunker, cuando todavía estábamos barajando la posibilidad de reducir el tiempo de la clases de grupo de 50 a 35 minutos, que  se me ocurrió hacer una  prueba. Era una clase de 50 minutos, miré el reloj y sólo habían pasado 20. Entonces dije  la frase por excelencia para terminar una clase: » Buenooo…última bolita» Nadie, absolutamente nadie , se quejó. Obviamente, después expliqué lo que había hecho y continuamos el entrenamiento. Al terminar la clase , los 7 alumnos me confirmaron que se hubieran ido satisfechos en el minuto 20.

Cuando contratas los servicios de una persona es  por que tienes  interés en lo que esta te pueda aportar. Siempre se nos ha dicho que el profesor tiene que detectar cuales son la necesidades del cliente,  averiguar porqué se inicia en el deporte y tratar de  ofrecerle lo que quiere. Entonces, a lo mejor no siempre deberíamos ser profesores ¿No?

Yo creo que si. Si alguien contrata un profesor de cualquier cosa, es para que le enseñe. Si quiere compañía, pues ya no está contratando a un profesor. Si quiere tirar bolas y que se las pongan, tampoco es un instructor lo que necesita. El profesor enseña, es decir, transmite información y conocimiento.

Es obvio, que existen detalles que le dan valor añadido a una clase: la calidad de las bolas, los felpudos, que todos esté pintadito y limpio, que utilicen muchos juguetitos tecnológicos, que los profesores tengan buena presencia y huelan bien…, no obstante, el valor esencial de una clase es la información y los conocimientos, que sea capaz de transmitir el educador. Esto es lo que realmente  vale dinero.

Hablar de enseñanza implica hablar de aprendizaje de la misma manera que hablar profesores implica hablar de  alumnos. Para ambos propongo las siguientes conclusiones:

  1. El valor real de una clase no son ni el tiempo que dura ni los añadidos, sino la capacidad del profesor para transmitir información y conocimientos en un tiempo x.
  2. Un entrenamiento guiado (Clase) o personal ( El alumno por su cuenta) deben terminar antes de llegar al agotamiento.
  3. Menos NO es más. Alcanzar la  eficiencia y  la optimización  de los recursos tanto físicos como mentales dependerá de nuestra capacidad de aproximarnos a la justa medida.

 

 

 

 

 

 

 

Suerte del principiante, ¿existe?

Cuantas veces hemos escuchado: “Eso es la suerte del principiante”. Esta es una expresión que tiene muchos matices, se podrían escribir infinitas líneas sobre esto, pero hoy, lo vamos a relacionar con dos cosas concretamente. Por un lado, con la carita que se le queda a alguien que lleva varios meses practicando golf y viene un amigo el primer día y le pega más lejos que él. El segundo enfoque que le daremos, será para explicar la curva de mejora del golfista.

Hace unas semanas vivimos en la escuela un episodio de “La suerte del principiante”. En nuestra escuela todos los meses hacemos una jornada gratuita de iniciación al golf. Es ideal para que los alumnos inviten a sus amigos y familiares a conocernos y probar las clases de golf. Afortunadamente tienen bastante éxito, y en la última que hicimos, un amigo de un alumno se apuntó a la escuela. Son los protagonistas de la historia.

Alumno lleva un mes y medio en clases de golf. Durante este tiempo ha asistido a clases de todos los tipos de golpes, también ha practicado por su cuenta. Esto le ha llevado a mejorar su técnica considerablemente, a que se sienta bien, cada vez más golfista, y por supuesto, a pegar mejores golpes. Le encanta su nueva afición, es por eso que empieza a propagar el virus entre sus allegados y convence a uno de ellos para que se apunte a la jornada gratuita de iniciación al golf. Amigo asiste a la jornada y disfruta de la experiencia, por lo que decide apuntarse a la escuela. Gracias a nuestro sistema de reservas on-line, Alumno y Amigo pueden coincidir en la primera clase que va a dar el segundo. La temática elegida es “Driver y maderas”.

Alumno ya sabe lo que es enfrentarse al “Perro gordo” y pone en antecedentes a Amigo. Lo mentaliza de que es uno de golpes más difíciles y que si le llegara a dar a la bola, sería todo un éxito. Comienza la clase, después de los típicos ejercicios de calentamiento y búsqueda de la idea técnica del día, comenzamos a pegar bolas. ¡Empieza el espectáculo! Amigo, el principiante, no para de empalar maderas, una detrás de otra, mientras Alumno pelea con su palo para dar alguna bola decente, como es lo normal, jajaja. En la cara de Alumno ya se empezaba a notar un poco de… no sé cual sería la palabra; incertidumbre, perplejidad o frustración. Mientras que la cara de Amigo era de pura excitación, ya tenía el golf corriendo por sus venas. Por supuesto, saltó a la palestra la frase: ¡La suerte del principiante!. Para Alumno era una frase que rebajaba su frustración, y para Amigo, le ayudaba a no creerse más de lo que era en ese momento. Podemos decir que es un regulador de emociones.

En estos casos, es cuando nosotros explicamos la curva de mejora del golfista. Que para no liarnos, y para acabar ya con esta entrada, la vamos a resumir en unos pocos puntos:

 

  1. No todos los alumnos evolucionan de la misma manera. Unos despegan muy rápido para estancarse pasado un tiempo y a otros les cuesta más arrancar, pero después no paran de subir. Cada jugador es un caso único, no debes compararte nunca con tus compañeros.
  2. La curva de mejora NO es ascendente siempre. A medida que se van introduciendo conceptos técnicos podemos experimentar sensaciones de retroceso. NO debes preocuparte.
  3. La curva de mejora no hay que medirla solo en golpeo de bola. Ya lo hablaremos en otra entrada, pero, puedo estar mejorando y no estar pegándole mejor a la bola. Esto es muy importante.

¡Hasta la próxima golfista!

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