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Clases de golf en Español

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La burbuja de las Licencias Federativas

En estos últimos años existe una creciente o ya cimentada preocupación por la pérdida de federados de golf y el escaso número de nuevas altas.En principio, se atribuye esta tendencia a la coyuntura económica actual, LA CRISIS.

Esta claro que esto influye,pero estoy convencido que escuchando a los aficionados y a los profesionales del sector se pueden encontrar estrategias para naufragar con éxito.

En este artículo voy a hablar sobre la licencia federativa, un tema que vivo muy de cerca en mi día a día en Playgolf.

La licencia federativa es una cuota anual de 80,60€ sin handicap y 91€ con handicap ( Precio establecido para la Comunidad Autónoma de Canarias).Esta incluye un seguro que cubre la responsabilidad civil y los accidentes que se produzcan durante la práctica del golf en una instalación debidamente homologada.

Para practicar golf en cualquier instalación es obligatorio estar federado. Los posibles palazos y bolazos a los demás usuarios, bolas que superan las redes protectoras y golpean contra los coches que están aparcados en las inmediaciones … y cosas de este estilo, que suceden en contadas ocasiones, deben estar cubiertos. No estoy de acuerdo del todo con esta exigencia, por lo menos en lo que refiere a las zonas de práctica. Me repito, creo que esto pasa en contadísimas ocasiones y no es culpa del usuario, sino de las normas de uso de las instalaciones , el control de su cumplimiento, el adecuado acondicionamiento de las zonas de práctica y el mantenimiento de las mismas.

Ahora mismo las federaciones se encuentran con dos problemas relacionados pero muy diferentes. Por un lado, el creciente número de federados que se dan de baja y , por otro lado , el escaso número de nuevas altas.

La mayoría de los deportes se practican sin estar federado.En ellos sólo se federan aquellos que quieren competir de manera regular y reglada. No digo que la gente no deba federarse, donde quiero ir a parar es que hay muchos federados que lo han hecho por la obligación que existe de hacerlo , probablemente con muy poco nivel de golf y con el único objetivo de tirar bolas de vez en cuando o jugar una partidita esporádica con los amigos; sin llegar a convertirse en verdaderos aficionados. Creo que estos son federados con un vínculo muy débil con el golf .En unos tiempos donde todos miramos con lupa nuestros gastos, lógico es que recortemos de lo prescindible. Puedo asegurar, como aficionado y amante del golf que soy, que para mi es imprescindible y sería de las últimas cosas que recortaría.

Creo que las federaciones deberían preocuparse más por subvencionar y apoyar a las escuelas. También las escuelas deberían buscar fórmulas mas económicas, por iniciativa propia, para poder ofrecer cursos más baratos, donde la gente pueda acceder a una enseñanza de calidad durante largos periodos de tiempo. Esto llevaría a mejorar el nivel de juego de los alumnos, lo que haría que disfrutaran más en sus prácticas y,por lo tanto, aumentaría la probabilidad de que se convirtieran en verdaderos aficionados al golf y federados sostenibles.

Las federaciones y las escuelas deberían tener paciencia , no querer federar a toda costa, esperar a que cada persona que se acerque al golf elija el tipo de relación que quiere tener con él: un esporádico tirador de bolas, un ocasional jugador de partidas con los amigos o un verdadero aficionado al golf que tira bolas, juega en el campo y juega competiciones con regularidad.En mi opinión este debería ser el perfil del federado; esto no se consigue en 10 clases.

Si no se tiene esto en consideración y se obliga a la gente a federarse para practicar y jugar golf sin tener en cuenta el vínculo que tienen con el deporte, en mi opinión,lo que se está inflando es una burbuja de federados que explota en un entorno económico como el que estamos viviendo.

Cuando hablamos de la dificultad de conseguir nuevas altas de federados de golf nos encontramos con dos problemas obvios y, posiblemente, no tan complicados de solucionar:

1. La licencia federativa es una cuota anual no fraccionable, es decir, pagas lo mismo si te federas en enero que si lo haces en diciembre del mismo año. En una época donde a la gente le cuesta pagar un euro de más , se debería buscar una solución más acorde con la situación de crisis y ajuste de cinturón actual, donde el precio de la cuota estuviera más cerca de la proporción de lo queda de año. Se podría buscar una fórmula de pago por los meses que quedan,por los trimestres o ,menos radical, la mitad de la cuota a partir de la mitad año transcurrido. Fórmulas hay, estoy convencido de ello.

El hecho de tener que pagar la cuota completa sin tener en cuenta lo que ha transcurrido de año, hace que aquellos alumnos que quieren empezar a practicar por su cuenta y salir al campo, pasado la mitad del año, no lo hagan porque no quieren pagar lo mismo que si se hubieran federado a principio del mismo. En la mayoría de las ocasiones esto hace que el alumno espere al siguiente año para federarse, lo que trae consecuencias negativas: para las instalaciones (menos green fees, menos bolas de práctica), para las escuelas (el alumno se puede desmotivar) y para la federación (puede que el alumno, finalmente, no se federe al siguiente año). Si el alumno finalmente se federa , lo hace con una sensación de no estar realizando un pago justo y esto tampoco favorece la imagen de las federaciones ni del golf.Esto es tan real, como que lo vemos año tras año en nuestra escuela.

2. En todos los mercados se está ofreciendo más por menos y se bajan los precios ¿por qué no se baja el precio de la licencias de golf?¿por qué se han subido? Creo que si cuesta hacer nuevas altas, se debería tener en cuenta la posibilidad de que la gente considere el importe de la cuota alto, y que las personas que se acercan al golf no estén dispuestos a pagarlo.También creo que si se quiere popularizar el golf es lógico pensar en poner una cuota más baja, que esté alcance de más personas.Con más razón aún si su pago no es proporcional al año transcurrido.

De todas maneras, no acabo de entender porque hay que federarse para jugar en un campo de golf, quiero decir para ser un aficionado que juega partidos con sus amigos o tirar bolas de vez en cuando. Entiendo que el palo puede llegar a ser un arma y la bola un proyectil peligroso y que por eso hay que tener un seguro; pero por qué no vale el seguro que pueda tener el campo o por qué no hay seguros para ocasiones puntuales como en otros deportes. Una solución en este sentido podría aumentar el número de aficionados, ya que ofrece mas alternativas para su práctica.

Creo que alguno de estos cinco puntos se podría tener en consideración para diseñar un estrategia de crecimiento dentro la crisis :

– Abaratar el aprendizaje.

– Pago de la cuota más ajustado a lo queda del año.

– Abaratar el precio de la cuota.

– Buscar otras fórmulas de seguro para que la gente pueda practicar golf.

-Hacer que la práctica del golf se asemeje más al resto de deportes.

En definitiva, estamos hablando de PONERLO FÁCIL para que las personas se acerquen al golf y se federen una vez se hayan convertido en verdaderos aficionados al golf, que lo seguirán praticando caiga la que caiga.

Supongo que habrá razones de peso que desconozco, o a lo mejor no, para no haber tomado medidas en alguno de estos sentidos.No pretendo decir a nadie como hacer las cosas.Como dije al principio de esta entrada, mi intención es transmitir el sentir de las personas que se acercan al golf y de algunas personas que nos dedicamos a acercar personas a este deporte. Obvio es, que hay más razones y muchas no tienen que ver con el modelo de negocio del golf. Mi manera de pensar en estos tiempos es que hay replantearse la manera de vivir, trabajar y hacer negocio. Tenemos la oportunidad de volver a hacer las cosas mas sencillas, menos opulentas, mas eficientes y prácticas; lo que no funciona deberíamos cambiarlo.Como dijo un gran pensador: «Haciendo lo mismo no puedes esperar resultados diferentes» y menos si el entorno ha cambiado tan radicalmente.

¿Cuánto se tarda en aprender a jugar al golf? Mejorar

Cuando empezamos una nueva actividad la pregunta ¿ Cuánto se tarda en aprender…? está muy extendida y popularizada.

En mi profesión ( Entrenador de golf) la escucho constantemente y siempre, no puedo evitarlo, se me pone un sonrisilla y contesto: » Nunca vas a aprender pero siempre vas a estar mejorando».

Opino que la palabra aprender no se utiliza de una manera correcta, o al menos, no de una forma que nos favorezca. En la mayoría de los casos, cuando se utiliza supone el fin de un proceso, en este caso el del aprendizaje. Creo que nunca nadie va a poder decir que ya aprendió a jugar al golf, igual que creo que nadie podría decirlo de cualquier otra disciplina.

Alguien podría decir que ya aprendió a hablar inglés, pero esto sería falso. Es verdad que ha incorporado ( aprendido) nuevos conocimientos y habilidades que le permiten comunicarse mejor en dicha lengua, pero siempre podrá seguir adquiriendo nuevas, es decir, aprendiendo; pero nunca podrá decir, ya aprendí el inglés, siempre podrá mejorarlo.

En mi opinión, sería mas correcto y mas sano para nuestras mentes pensar que vamos mejorando en distintas áreas de dicha disciplina, como por ejemplo en el golf: » He mejorado mucho mi backswing». Obviamente mejorar implica aprender ; es decir, adquirir una nueva habilidad, pero no deberíamos utilizar la palabra aprender como una conclusión, como el fin, sino como un paso más hacia nuestro conocimiento y dominio total de la disciplina.

Como le suelo decir a mis alumnos, pensando en el acelerador de un coche: » no se puede puede pasar de 0 a 100 por muy buen coche que tengas.Tendrás que ir acelerando, a veces mas rápido, a veces mas lento, puede que en algún momento tengas que mantener la velocidad, pero lo que está claro que vas a tener que pasar por todas la velocidades hasta llegar a tu velocidad de crucero» Tengo que confesar que a mi me gusta mas sustituir el cien por el infinito.

No pretendo desanimar a nadie ni que nadie se obsesione con la mejora. Mi intención es evitar la frustración que supone pensar que tienes que aprender algo en un tiempo determinado. La ilusión o el falso pensamiento que supone la palabra aprender cuando la elevamos al dominio absoluto de una disciplina.

Para llegar a tener un gran dominio en cualquier materia se necesitan muchas horas de observación, estudio, reflexión y práctica. Depende de cada uno decidir que nivel de maestría quiere alcanzar y que nivel de mejora. Cuanto mayor sea el nivel deseado mas dedicación y compromiso necesitará. Yo prefiero utilizar la palabra MEJORAR . Esta implica aprender pero sin fin, acercarnos al dominio dando pequeños pasos, disfrutando de cada velocidad hasta que pasamos a la siguiente.

Esos locos que corren, vídeos que me vuelven loco

 

El video «esos locos que corren» me encanta, representa perfectamente la realidad de los aficionados a correr, durante los siete minutos y algo de duración esta historia te hace recordar muchas experiencias vividas durante tus carreras y entrenamientos. Recomiendo ver el video completo y abajo dejo la letra completa del escritor uruguayo Marciano Durán.

 

«Esos locos que corren Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Otros se insolan al mediodía, se cansan a la tarde o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos. En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan… sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje la cara. Yo los he visto. Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina de una carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesan parques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perro y corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, escuchan a los horneros y a las gaviotas, escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió de los naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y entreparan cuando pasan frente a los jazmines.

Yo los he visto. No están bien de la cabeza. Usan championes con aire y zapatillas de marca, corren descalzos o gastan calzados. Traspiran camisetas, calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratando de ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perro blanco, pican después de la columna, buscan una canilla para refrescarse… y siguen. Se inscriben en todas las carreras… pero no ganan ninguna. Empiezan a correrla en la noche anterior, sueñan que trotan y a la mañana se levantan como niños en Día de Reyes. Han preparado la ropa que descansa sobre una silla, como lo hacían en su infancia en víspera de vacaciones. El día antes de la carrera comen pastas y no toman alcohol, pero se premian con descaro y con asado apenas termina la competencia. Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres.

No están bien. Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezar saben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenan ansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitan ir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro o cinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: ‘Cinco que corren parecido a mí’. Ganarle a uno solo de ellos será suficiente para dormir a la noche con una sonrisa. Disfrutan cuando pasan a otro corredor… pero lo alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Preguntan por el puesto de hidratación y se enojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar que se la entregue un niño que levanta un vaso cuando pasan. Se quejan del sol que los mata o de la lluvia que no los deja ver. Están mal, ellos saben que allí cerca está la sombra de un sauce o el resguardo de un alero. No las preparan… pero tienen todas las excusas para el momento en que llegan a la meta. No las preparan…son parte de ellos.

El viento en contra, no corría una gota de aire, el calzado nuevo, el circuito mal medido, los que largan caminando adelante y no te dejan pasar, el cumpleaños que fuimos anoche, la llaga en el pie derecho de la costura de la media nueva, la rodilla que me volvió a traicionar, arranqué demasiado rápido, no dieron agua, al llegar iba a picar pero no quise. Disfrutan al largar, disfrutan al correr y cuando llegan disfrutan de levantar los brazos porque dicen que lo han conseguido. ¡Qué ganaron una vez más! No se dieron cuenta de que apenas si perdieron con un centenar o un millar de personas… pero insisten con que volvieron a ganar. Son raros. Se inventan una meta en cada carrera. Se ganan a sí mismos, a los que insisten en mirarlos desde la vereda, a los que los miran por televisión y a los que ni siquiera saben que hay locos que corren. Les tiemblan las manos cuando se pinchan la ropa al colocarse el número, simplemente por que no están bien.

Los he visto pasar. Les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienen puntadas en el costado… pero siguen. A medida que avanzan en la carrera los músculos sufren más y más, la cara se les desfigura, la transpiración corre por sus caras, las puntadas empiezan a repetirse y dos kilómetros antes de la llegada comienzan a preguntarse que están haciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desde la vereda? Están locos. Yo los conozco bien. Cuando llegan se abrazan de su mujer o de su esposo que disimulan a puro amor la transpiración en su cara y en su cuerpo. Los esperan sus hijos y hasta algún nieto o algún abuelo les pega un grito solidario cuando atraviesan la meta. Llevan un cartel en la frente que apaga y prende que dice ‘Llegué –Tarea Cumplida’. Apenas llegan toman agua y se mojan la cabeza, se tiran en el pasto a reponerse pero se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se vuelven a tirar y otra vez se paran porque van a saludar a los que llegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos, suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega más transpirado que ellos.

Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después, respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados por el primero y por el segundo. Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándole solamente a la ambulancia o al tipo de la moto. Se agrupan por equipos y viajan 200 kilómetros para correr 10. Compran todas las fotos que les sacan y no advierten que son iguales a las de la carrera anterior. Cuelgan sus medallas en lugares de la casa en que la visita pueda verlas y tengan que preguntar. Están mal. -Esta es del mes pasado- dicen tratando de usar su tono más humilde. –Esta es la primera que gané- dicen omitiendo informar que esa se la entregaban a todos, incluyendo al que llegaba último y al inspector de tránsito. Dos días después de la carrera ya están tempranito saltando charcos, subiendo cordones, braceando rítmicamente, saludando ciclistas, golpeando las palmas de las manos de los colegas que se cruzan. Dicen que pocas personas por estos tiempos son capaces de estar solos -consigo mismo- una hora por día.

Dicen que los pescadores, los nadadores y algunos más. Dicen que la gente no se banca tanto silencio. Dicen que ellos lo disfrutan. Dicen que proyectan y hacen balances, que se arrepienten y se congratulan, se cuestionan, preparan sus días mientras corren y conversan sin miedos con ellos mismos. Dicen que el resto busca excusas para estar siempre acompañado. Están mal de la cabeza. Yo los he visto. Algunos solo caminan… pero un día… cuando nadie los mira, se animan y trotan un poquito. En unos meses empezarán a transformarse y quedarán tan locos como ellos. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte. Ellos dicen que quieren ganarle a la vida. Están completamente locos.»

Marciano Durán – Escritor Uruguayo 

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